jueves, 11 de abril de 2013

Días 0-1: Jet lag

Salimos de Maiquetia a las 6 pm, y luego de 15 horas de viaje, 10 hasta Frankfurt, 3 en el aeropuerto y luego 2 más hasta La Haya; está de más decir que llegamos extremadamente cansados, sobre todo por el hecho de que W. y yo dormimos unas  2 horas en el vuelo. Al menos los niños pudieron dormir un poco más. Ya en el hotel, y con una diferencia de horario respecto a Venezuela de 6 horas y media, nos acostamos a dormir finalmente a las 6 de la tarde (hora en Holanda), lo que vendrían siendo para nosotros como las 11 y media de la mañana.

Yo me desperté como a las 10 p.m., luego se despertaron los demás, y luego de comunicarnos con nuestras familias en Caracas, nos habremos dormido de nuevo casi a la 1 de la mañana. Al día siguiente teníamos cita a las 10:00 a.m. con una representante de una inmobiliaria para ver algunos apartamentos, y pusimos la alarma a 8:00 a.m. Pregúntenme si la escuché. Pregúntenle a alguien si la escuchó. A las 10 en punto (sí, ya sabíamos que la característica principal de los holandeses es la puntualidad) sonó el teléfono de la habitación. La señora estaba esperando en el lobby. W.como un rayo bajó y le explicó la situación y luego subió a terminar de arreglarse y vestir a los niños. A las 10:17 bajamos; con 1 bebé y un niño, es un tiempo récord.

Después de visitar 5 apartamentos, regresamos al hotel a la 1 y 15 de la tarde. A la 1:30 teníamos cita con un chico del trabajo de W., que nos llevaría a la oficina de inmigración, donde nos recibirían a las 2. Como no habíamos desayunado ni almorzado, M. se comió unos restos de un delivery que habíamos pedido la noche anterior, y a la 1:28 sonó el teléfono de la habitación, anunciándonos que ya debíamos bajar-

Todo el trámite de inmigración fue rápido y sin ningún tipo de trauma -¡nada de cola!-, nos atendieron a la hora prevista y a las 4 de la tarde ya estábamos de nuevo en el hotel. Después de un baño caliente, nos dormimos alrededor de... las 3 de la mañana!